La Mancha, tierra llana, amable, llena de aventuras, ciertas o fingidas, pero aventuras al fin y al cabo, nos esperaba con un Guadiana remolón, asustadizo, escondidos entre jaras, brezos, alcornocales vetustos y nuevas urbanizaciones insólitamente permitidas en lugares a preservar.
Parada en el Centro de Información de Ruidera, justo a la entrada de la carretera hacia las Lagunas con mayúsculas.
-Venimos en autocaravana, ¿podremos pernoctar en cualquier parking?
- No, está prohibido en todo el Parque. Deben ir a un camping.
La primera en la frente. Ya estamos como siempre con el estacionamiento, la pernocta y la acampada.
Pocos lugares para dejar un AC tranquilamente, siempre al lado de una carretera muy transitada y, por supuesto, sin lugares para poder avituallarnos.
Ante tal situación, siendo ya una hora un tanto tardía, decidimos posar nuestros reales en el mejor camping de la zona, Los Batanes. Ciertamente cómodo para nuestras pretensiones que no eran otras que hacer senderismo por las Lagunas durante un par de días, aunque un tanto enrevesado, pòr sus calles, para nuestra AC. Por todo algo menos de 22 euros (AC, dos adultos y electricidad), no había precio de pernocta, ni nada que se le pareciera.
La parcela adjudicada se extendía por una superficie suficiente para tener la AC, el toldo, las sillas y mesa, pero siempre y cuando la dejaras caer desde un helicóptero, porque la multitud de árboles que daban buena sombra, ofrecían una gran resistencia a aparcar con comodidad nuestra AC. Después de varios intentos y relamer ramas a diestra y siniestra conseguimos colocarla en el lugar pertinente.
El senderismo suele ser la fuente del deseo cuando vas por estos parajes y, como no, nosotros también caímos en manos de un buen paseo. ¡Ni tan bueno! Como los que no quieren la cosa, y eso fue exactamente, paso tras paso y siempre pensando que a la vuelta de cada recodo del camino estaba el momento de emprender el regreso, dimos con nuestros pies ya un poco calenturientos en el pueblo de Ruidera. Según nos dijeron nos separaban del camping algo así com trece kilómetros. Pero fue fantástico. Es hermoso pasear por el campo en estas fechas del año. Las jaras, las encinas, alcornoques y demás especies botánicas de la zona nos saludaban a su paso. El agua verdes esmeralda, clarísima. Los cortes de la roca formaban terrazas que parecían que en cualquier momento se iban a precipitar sobre la laguna. Nos dio igual el nombre de ésta o aquélla, porque la belleza de cualquiera de ellas es muy complicado describirla, MEJOR VISITARLAS, naturalmente.
En el mismo pueblo de Ruidera, el agua se precipita por una catarata que en otros tiempos más húmedos solía ser más grande y espectacular que en estos tiempos de sequía, El Hundimiento la llaman. Bonita de verdad, aunque para esos momentos, la temperatura del día había subido algunos grados más que cuando salímos por la mañana. Los pies caldeaditos y el estómago pidiendo a gritos que le echaramos algo.
Hacer senderismo es uno de los ejercicios más sencillos que el ser humano puede hacer. Además de visitar la Naturaleza, de charlar con el/la acompañante, suele tener un problema: que cuando se va hay que volver más tarde o más temprano, y eso es lo que nos pasaba a nosotros.
La vuelta la hicimos por la margen oriental de las lagunas, la margen de la carretera que bordea todas las Lagunas de Ruidera y el camino fue mucho más penoso. Tienen esbozado un sendero que la mayor parte del tiempo no es ni más ni menos que la propia carretera.
Después de algunos kilómetros, nos metimos entre pecho y espalda nuestros bocatas de productos de nuestra tierra que llevábamos preparados. Hicimos un par de intentos de comer en algún lugar, pero no nos gustaron por diversas circunstancias.
Exhausto, doloridos cansados de pies a cabeza, nos tumbamos cerca del agua, junto con algunas personas más que hacían lo que no nos dejan hacer con una AC, acampar. Coches abiertos de par en par, música, sillas, mesas, toallas, sombrillas, etc. Seguro que si hubiera habido una AC cerca, algún lumbrera la echaría por estar acampada. En fin, pelillos a la mar.
Ducha, cena y a dormir.
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