martes, 4 de diciembre de 2012

Con cualquier excusa a cuesta

Salir con la autocaravana, a veces, parece una obligación. Buscar un lugar ciertamente cercano y no visitado, una verdadera quimera, si además se añade un clima otoñoinvernal, hace que abandonar Mérida a bordo de nuestro yate de carretera se convierta en una cuesta arriba, que se convierte en un plano horizontal y rectilíneo cuando se encuentra la excusa perfecta.
Esta vez, sería el festejar los cumpleaños de dos mujeres, madre e hijas entre ellas, esposa y suegra para mí.
En un principio, volver a deleitarnos con el agua calentita del spa del Hotel Balneario Valle del Jerte, conocido ya por nosotros, era el leiv motiv de nuestra salida de diciembre de 2012, pero el asunto dio un giro de 180 grados cuando la cumpleañera más joven recordó el nombre de un restaurante del que le hablaron un día, un lugar en el que no sabías de antemano que comerías, ni cuantos platos te pondrían, ni si te gustaría su cocina, ni si sabrías o podrías llegar con una autocaravana, porque el modo de transportarnos hasta allí, ese, no cambiaría.
Sólo conocíamos que se llamaba Algo así o, algo así, y que estaba cerca de Cañamero al este de la provincia de Cáceres y cerca de Guadalupe.

Apañárselas antiguamente para encontrar datos de un lugar era muy complicado por no decir imposible, según el lugar donde estuvieras. Si estabas en casa, o tenías un cerebro cuasi omnimodo en el que todo lo aprendido a lo largo de la vida estaba continuamente presente o tenías una enciclopedia actualizada a dos años atrás o te ibas a una biblioteca pública a ver si había suerte. En la actualidad, sólo tienes que tener acceso a Internet. La Red no lo da todo y, como no, nos dio el nombre exacto del afamado restaurante, de su situación geográfica exacta y hasta las coordenadas para que nuestro GPS nos llevara hasta la puerta.
Y así fue, aunque con la ayuda de un lugareño que nos aclaró el lugar exacto. Claro que el Hombre del siglo XXI tiene que ir a tiro hecho, sino es así, no se mueve con soltura, así que nos informamos del lugar por los comentarios de otro tipo de lugareños, en este caso internautas, que ya habían estado allí. Y fue como decían la gran mayoría de ellos. Un lugar diferente, en medio de un paisaje de olivos, verde en nuestro actual otoño, rodeado de un decoración diferente, personal y algo atrevida. La ecología se podía palpar y más si te acercabas a las placas solares que, a pie de tierra, repartían su energía.

Una vez en el interior, diversos objetos decorativos artesanales presidían la sala de comedor. Unas pocas mesas, quizás un tanto juntas, con unos manteles multicolores diseminadas por el lugar; para dos, para cuatro, para seis. Esa es la nuestra. Seis personas, Seis que a lo largo de los años ya habíamos viajado juntos por diversos lugares no sólo de la región, sino del país y también del continente. Familia  todos nosotros: padre, madre, prima, primo, marido, esposa, heterogéneo, pero muy homogeneizado a la vez, digo yo.

Teníamos entendido que eran cuatro platos o ¿eran cinco? ¿o seis? ¿Pero se cuenta el aperitivo? Sólo sabíamos de cierto que nos costaría 31 euros por cabeza, que dicho así, parece, sino mucho, bastante.

Preparados para lo que viniera, apareció la camarera y nos dejó sobre la mesa al mismo tiempo que lo explicaba un aperitivo riquísimo, contraste de sabores, con zumos a temperatura ambiente y un chupito caliente, creo recordar, de crema de calabaza.
Después llegaron diversos platos, y digo diversos, porque creemos que fueron cuatro o cinco más. Perdimos la cuenta. Estábamos encantados por la comida copiosa y por las atenciones de las tres personas que nos atendieron, uno de ellos fue el propio Frank, suponemos que una de las otras dos chicas sería Susanna, muy amables y dicharacheros, con un gran nivel de castellano, después de los años por nuestra tierra. Suizos de origen que han encontrado el lugar idóneo después de viajar por diversas partes del mundo.

Fueron pasando los platos y el vino con el propio nombre del restaurante -creo que nos dijeron que estaba elaborado en una bodega de Usagre- y casi al final de la comilona, Frank pidió la atención de toda la sala (cerca de cuarenta personas) y mirando hacia nuestra mesa dijo que tenía entendido que dos personas allí presentes cumplían años, madre e hija para más señas, y todos les cantamos el cumpleaños feliz. Fue la rúbrica que colmó la comida.

Llevamos viajando muchos años y siempre vamos buscando lo mismo, bonitos lugares y buena gente, creo que en el restaurante Algo Así encontramos un compendio de todo, la esencia de lo que buscamos y hallamos en algunos lugares visitados.

Mal tenían que ir las cosas para que no volvamos.

Referencias:
http://www.guiamaximin.com/asi-canamero-cc.html
http://www.cocina.es/blogs/conloscincosentidos/2009/01/04/restaurante-algo-asi/
http://www.trivago.es/canamero-337541/restaurante/algo-asi-834316
http://www.minube.com/rincon/restaurante-algo-asi-a362271

y muchos más.


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