lunes, 9 de septiembre de 2013

¡¡Boliñes, boliñes!!

Después de un verano en el que la maldición del gitano se quedó a vivir en nuestra casa -Albañiles entren en tu casa-, nos decidimos a escaparnos de nuestras cuatro paredes. El objetivo era alcanzable, pues ya era conocido por nosotros, ya que hemos estado solos o acompañados por amigos: el Algarve oriental, o sea la parte más cercana a nuestra frontera: Manta Rota y Altura.

Fue durante la primavera 2011 cuando encontramos el área de autocaravanas de Manta Rota (5€ el día). Muchas autocaravanas extranjeras -nosotros también-, aunque me refiero a alemanes, holandeses, franceses, belgas, ingleses, etc.. Viajeros sexagenarios mínimo. con autocaravanas de todos los tipos, formas y colores. Una gran idea por parte de las autoridades portuguesas del lugar. Allí había no menos de treinta autocaravanas que con una simple multiplicación, el ayuntamiento, frieguesía o cámara de Manta Rota aunmentaba su caja en 150 euros mínimo al día.
Recuerdo que la simpática recepcionista del área nos dijo que durante los meses de verano, el área se convertía en parkings sólo para coches.

Con esa meta, nos lanzamos a la carretera. En 330 kilómetros y algo más de tres horas estaríamos tumbados en una larga y estupenda playa.

Pero no fue así.


Ver del 3 al 9 de septiembre de 2013 en un mapa más Recorrimos los kilómetros y nuestros traseros se aposetaron en los asientos durante las horas previstas, pero al llegar Manta Rota nos dimos cuenta de que el área estaba cerrada y, tras una breve charla con la recepcionista del parking -la misma que la del área, aunque menos simpática- nos dijo que hasta el día 16 de septiembre seguiría siendo sólo parking y luego quizás área. Le pregunté también por el parking de Altura y me dijo que también estaba cerrado y pronto lo haría el área de Castro Marím.

Un parking público cercano acoge a las autocaravanas junto al resto de vehículos, a pesar de un gran cartel en el que prohíbe el aparcamiento de caravanas y autocaravanas. Una veintena pasamos la noche; eso sí, sin toldo, ni sillas, ni ningún utensilio autocaravanista que sí se podía sacar en el área que comenté en líneas anteriores.

 Nos quedamos, como se suele decir, a cuadros. Desgraciadamente parecía que los portugueses estaban copiando las prácticas de los municipios onubenses cercanos.

La playa de Manta Rota nos acogió, pero nunca antes de almorzar en uno de los restaurantes del pueblo (33 €), además de comprar pan (1,5 €) y dos cafés y un pastelito típico (2,75 €).

Ofrecimos treinta y tantos euros a Manta Rota y ella no nos dio nada, si exceptuamos una playa estupenda y un parking, pero no nos ofreció nada como para que volvamos, al menos si el área no funciona.

A la mañana siguiente, decidimos aventurarnos y volver un par de años después al parking campa de Altura. Una gran zona de tierra junto al camino de madera que lleva desde las urbanizaciones aledañas a la playa, Una campa que en la última Semana Santa que estuvimos estaba seminundada por las lluvias caídas.

Más de veinte autocaravanas poblaban la campa. Nos pareció estupendo, En el parking público aledaño que en la última vez estaba atestado de ACs, no había ni una. El cartel que presidía la entrada era efectivo. La verdad es que no hacía falta aquel parking, pues la gran superficie de la campa, a lo largo de los días que estuvimos allí, acogió a más de sesenta autocaravanas de varios países.

Coste 0 para los autocaravanistas. Ganancias 0 para un ayuntamiento, freguesía o cámara a la que seguro le vendría bien el dinero que los autocaravanistas podíamos dejar en un parking con un grifo de agua potable y un desagüe de aguas grises y negras.

Cinco días hemos estado disfrutando de la playa de Altura. Cinco estupendos días con una temperatura postveraniega estupenda. muy agradable, con días calurosos y frescas y estrelladas noches sin luna.

Durante los cinco días siguientes, hemos almorzado en un par de restaurantes de la zona y hemos comido platos típicos portugueses realizados por un restaurante "take away".

Al sexto día, decidimos regresar a España, no antes sin pasar por el área oficial de autocaravanas de Castro Marím, donde cuatro o cinco autocaravanas estaban aparcadas con signos de haber pernoctado.

Decidimos vaciar los depósitos y cerciorarnos de que el área de autocaravanas de Castro Marim sigue adelante, gracias a Dios.

A pesar de que nos habían estafado alguna que otra vez, siempre hemos considerado que el Camping Giralda en Isla Cristina es un buen camping, caro, muy caro, a pesar de lo que ofrece. Es un buen sitio, a cinco minutos de la playa por un sombreado sendero, justo a las afueras del pueblo, con una estupenda, larga y límpia franja de arena junto a un plácido mar, pero lo del camping es de juzgado de guardia, sobre todo cuando hace un par de años nos llamaron la atención a un grupo de amigos autocaravanistas y a nosotros, porque pernoctamos dos noches en un parking público junto a un chiringuito de la playa del Hoyo. Se decía que el dueño del Camping Giralda había denunciado acampadas ilegales.

La factura por un día de este camping es la siguiente:
Por dos adultos, 6,9 € por cada uno.
Por la AC, 10,7 €
y la electricidad para recargar las baterias durante 24 horas, 6,5 €.
Total, casi treinta euros por la estancia de 24 horas, 125 litros de agua y dos duchas calientes.

En fin, estas han sido nuestras cortas, pero intensas vacaciones veraniegas en lugares conocidos, pero no por eso menos especiales. lugares que, a pesar de todo, regresaremos, espero que con más facilidades para nuestra afición.

NOTA: El título es el nombre de unos típicos dulces de la zona que venden vendedores ambulantes por las playas.

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