Había oido hablar de Aveiro, pero la verdad es que me lo imaginaba de otra manera, quizás más pequeño, quizás más portugués, más atrasado, pero me sorprendió por su orden, su limpieza, su encanto y su cosmopolitismo. Sí, había gentes de todas clases, paseando, mirando y disfrutando de tan encantador lugar. Me gustó, sí señor.
Aparcamos rápido, bien y céntrico. Justo al lado del Canal de San Roque. Trasera contra la acera y como un coche grande, eso sí, con vista a posible salida fácil, porque ya se sabe ...
Anduvimos dando tumbos por aquí y por allá; eso sí, primero visitamos la i de información turística, ésto es lo primero que hacemos cuando llegamos a algún lugar desconocido. Un mapa de la ciudad nos servió de referencia para no perdernos nada o casi nada. Si alguien quiere saber más, visita http://www.guiadeviaje.net/portugal/aveiro.html. Estuvimos en un gran centro comercial justo a tiro de piedra del canal principal en el mismo centro. Estupendo. Al menos yo no me lo esperaba.
En resumen, que volver algún día es una cuestión que queda en el aire, pero que más tarde o más temprano, volveremos.
Hacia la playa, que la niña quiere playa. Pero si el tiempo está frio. No pasa nada, hay que ir a la playa, aunque sea a pasear. Trs un atasco de domingueros portugueses y de todas las nacionalidades que estábamos en el fregao, llegamos a la playa de Barra buscando un lugar donde pernoctar señalado en el GPS y bajado de Internet, pues la experiencia fue como la de Oporto. Era un camping y encima alejado de la playa. Media vuelta y a seguir la costa y llegamos, a la Costa Nova. Precioso. Casitas playeras a rayas verticales, azules, rojas. Buscando un sitio al ladito de la playa y gracias a la que lo encuentra todo, la jefa, llegamos a un lugar con el rótulo "Parking de autocaravanas". ¡Hombre! Por fin, acertaron con un PDI. Estuvimos solos como media hora. Llegó una AC francesa. ¡Bonjour! tan amables como siempre estos franchutes (con perdón) y después una española y después cuatro más y después otra. Al final terminamos durmiendo ocho o nueve al arrullo del mar.
Aparcamos rápido, bien y céntrico. Justo al lado del Canal de San Roque. Trasera contra la acera y como un coche grande, eso sí, con vista a posible salida fácil, porque ya se sabe ...
Anduvimos dando tumbos por aquí y por allá; eso sí, primero visitamos la i de información turística, ésto es lo primero que hacemos cuando llegamos a algún lugar desconocido. Un mapa de la ciudad nos servió de referencia para no perdernos nada o casi nada. Si alguien quiere saber más, visita http://www.guiadeviaje.net/portugal/aveiro.html. Estuvimos en un gran centro comercial justo a tiro de piedra del canal principal en el mismo centro. Estupendo. Al menos yo no me lo esperaba.
En resumen, que volver algún día es una cuestión que queda en el aire, pero que más tarde o más temprano, volveremos.
Hacia la playa, que la niña quiere playa. Pero si el tiempo está frio. No pasa nada, hay que ir a la playa, aunque sea a pasear. Trs un atasco de domingueros portugueses y de todas las nacionalidades que estábamos en el fregao, llegamos a la playa de Barra buscando un lugar donde pernoctar señalado en el GPS y bajado de Internet, pues la experiencia fue como la de Oporto. Era un camping y encima alejado de la playa. Media vuelta y a seguir la costa y llegamos, a la Costa Nova. Precioso. Casitas playeras a rayas verticales, azules, rojas. Buscando un sitio al ladito de la playa y gracias a la que lo encuentra todo, la jefa, llegamos a un lugar con el rótulo "Parking de autocaravanas". ¡Hombre! Por fin, acertaron con un PDI. Estuvimos solos como media hora. Llegó una AC francesa. ¡Bonjour! tan amables como siempre estos franchutes (con perdón) y después una española y después cuatro más y después otra. Al final terminamos durmiendo ocho o nueve al arrullo del mar.
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